vie. Abr 26th, 2024

Dentro de los avances que ha tenido la ciudad en los últimos años, uno de los más importantes para el impacto en los porteños en cuanto a su mejora en la calidad de vida, fue la creación de un cuerpo de bomberos, perteneciente al Ministerio de Seguridad y Justicia. Así, se eleva sobre manera el índice de protección, cuidados, prevención de siniestros, y accionar profesional ante emergencias de diversos tipos. Ya son cinco las promociones que han egresado tras un riguroso curso de formación y capacitación, en el Instituto Superior de Seguridad Pública; dando como resultado bomberos con muchas herramientas para servir a la comunidad.

El cuerpo ya cuenta con 1.777 bomberos y 21 estaciones y destacamentos. Se ubican en Parque Patricios (Av. Caseros 2849), Nueva Pompeya (Av. Saenz 1457), Barracas (Brandsen 1046), La Boca (Av. Alte. Brown y Av. Don Pedro de Mendoza), Recoleta (Laprida 1739), Once (Perón 2930), Terminal de Ómnibus de Retiro, Belgrano (Vuelta de Obligado 2254), Urquiza (Av. Olazabal 5446), Villa Crespo (Corrientes 5340), Palermo (Guatemala 5966), Chacarita (Santos Dumont 4350), Flores (Ramón L. Falcón 2255), Nueva Chicago (Av. Lisandro de la Torre 2830), Vélez Sarsfield (José E. Rodo 4474), Versaillles (Manuel Porcel de Peralta 750), Devoto (José Cubas 4142), Lugano (Cafayate y Ana Díaz), Albariño (Santander 5955), Caballito (Riglos 959) y Saavedra (Jaramillo 3551).

El Jefe de Bomberos de la Ciudad es Juan Carlos Moriconi, con una larga trayectoria al servicio del prójimo. Además de ser bombero, estuvo en la Policía Aeronáutica, es Técnico en Seguridad e Higiene en el Trabajo, Licenciado en Seguridad e Higiene, ingeniero en Seguridad y Protección Ambiental. En el terreno bomberil, Moriconi ingresó a la Superintendencia Federal de Bomberos de la Policía Federal en 1982, y pasó por numerables cargos. Fue Oficial de Dotación de Incendio en Divisiones Cuarteles VI “Villa Crespo” y III “Barracas”; Oficial en el aérea de Recursos Humanos, en el área de Medio Ambiente, Oficial en el área de Docencia en la División Escuela de Especialidades; Oficial en el área de Control de Emergencias Químicas, Radiológicas y Biológicas; Oficial Jefe a Cargo del Laboratorio Químico del área de Pericias, Oficial Jefe de las Oficinas Técnicas (Divisiones Prevención e Inspecciones) área de Certificaciones de Instalaciones Fijas de incendio en el ejido de Buenos Aires; y Jefe del Departamento Seguridad contra Incendios y Riesgos Especiales.

Moriconi contó cómo es el día a día en su rol de tanta importancia para la sociedad: “En líneas generales, es un día muy cargado, con muchas responsabilidades y presiones. Nosotros trabajamos los 365 días del año, las 24 horas del día, con un promedio de entre 50 y 60 intervenciones diarias. Cada intervención se da a raíz de un problema. Tenemos 1800 bomberos, y cada uno representa una responsabilidad. Es una tarea ardua. Es muy difícil despegarse de la rutina diaria. Tengo muchas presiones de arriba, de abajo y de los costados. Hay un montón que quieren estar en mi cargo. Es desgastante, pero me muestro genuino. Hay líderes que dejan hacer y delegan; otros que quieren hacerlo todo ellos, sintiéndose omnipotentes; otros que crean situaciones de conflictos entre los diferentes actores, para que todo dependa de ellos. Para mí el mejor trabajo como líder es lograr decir: ´yo no estoy, y esto funciona igual´. Hay que armar un equipo de trabajo. Por supuesto el líder deber controlar, establecer normas y un orden claro de trabajo. Siempre me gustó el tema del manejo de grupos”.

También reflexionó sobre su vocación de entregar la vida por el semejante: “Me gusta ayudar al otro, estar al servicio. La vocación de dedicar mi vida al prójimo nació en la conscripción, aunque creo que eso ya viene innato con uno. Hay personas que tienen ciertas aptitudes para determinadas tareas, pero la vocación se crea en el hacer, en el desarrollo de la actividad. Siempre me gustó trabajar dentro de un orden. Amo la naturaleza, el campo”.

Fue contundente al narrar cómo se debe preparar un bombero mentalmente, desarrollando una gran fuerza interior para presenciar escenas trágicas y desesperantes: “Cuando un cirujano tiene que abrir a una persona, en ese momento se abstrae de personificar, sino que para él es un cuerpo lo que tiene delante suyo al cual tiene que intervenir. Yo tengo que hacer lo mismo. Cuando uno intercede en una emergencia, no tiene que ver la representación de la persona, sino el cuerpo al que hay que salvar. Uno en esta profesión ha tenido que ver gente arrollada, por ejemplo, y esas cosas no se te van, la mente lo guarda, pero lo archiva, porque si no, no podés vivir. Hace poco en una tragedia en Villa Crespo fallecieron dos bomberos, y yo estuve ahí. Mi hermana se casó con un compañero bombero, y entrando en un incendio falleció. Todas esas cosas te marcan, pero la mente crea defensas y escudos protectores, aunque, lógicamente, en ciertos momentos esos recuerdos afloran”.

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